Descripción
Hijo de puta, maricón, ladrón, activista, poeta, mentiroso, santo, militar, presidiario, genio, mártir, chapero, traidor… ¡qué ristra de epítetos para un sólo hombre! Es difícil imaginar mayor apoteosis para un ladrón que la de acabar crucificado al lado de Nuestro Señor. Más tratándose de Jean Genet que robaba por necesidad más que material, vital. Más incluso si atendemos a su sublimación del mal concebido como proceso de santificación. Más si atendemos a que no estaría sólo allí, que habría otro ladrón desnudo y hermoso igual que él. ¡Qué contexto para el florecimiento del amor! Y si es en la crucifixión de Antonello de Messina entonces miel sobre hojuelas.